lunes, 25 de febrero de 2008

MALOS TIEMPOS PARA LA ÉTICA

Se me hace cuesta arriba últimamente escribir cualquier cosa, partiendo de la base de que el pensamiento fluye y a veces encuentra recovecos más sutiles y ricos que la escritura, y de que a la vez nos reconforta con el simple hecho de analizarlos y reafirmarnos. Es como quedar en paz. Algo similar me ocurre con el desarrollo de un proyecto. Me gusta partir de un planteamiento basado en la funcionalidad, el mejor aprovechamiento
de la realidad donde el espacio se articule y se ordene con armonía, y se genere cierta atmósfera con una discreta interrelación de objetos y elementos. Es como si a partir de un primer encuentro y un posterior diálogo se fuera negociando un orden o un posicionamiento de las cosas.
En esta fase jamás me plantearía de qué material o de qué color será tal elemento, sólo cuando este diálogo entre el espacio y yo termina, entonces vestimos al recién nacido. Como si de un parto se tratase, se
gesta, se da a luz y luego se viste. Sin bautizo la abandonas, no sin antes girar la cabeza y dar, a cierta distancia, la última mirada a la “criatura”.Ya no está en tus manos y te viene a la mente que la entenderán,
sabrán ver sus cualidades, tendrán en cuenta su “origen genético”; no estuvo jamás en mis manos este particular (ya se sabe, una jácena impertinente, un pilar que se sale de madre…).
Con el tiempo la criatura se comporta de determinada manera, pero su cuidado y la empatía con el cuidador la hará madurar de una forma u otra. Con los años (hoy en día pocos) la criatura será victima de su longevidad,
y recibirá elogios a pesar de su edad, y uno se sentirá plenamente satisfecho de la procreación o, si desaparece, sus fotografíaS quedarán como testimonio.
Con los años, se acaba teniendo un amplio álbum familiar, se va haciendo uno mayor y necesita un poco de Viagra, pero en la mente perdura la frescura de los años jóvenes, aunque solo sea en los iniciales
planteamientos.
Si se te ocurre someterla a algún tribunal, puede que no la entiendan y sea repudiada, o por el contrario la premien, pero ella no se alterará, seguirá siendo la misma; de unaforma u otra, su espíritu y su ética están por
encima de esas cosas. Al fin y al cabo, son papelillos que uno tiene la pedantería de enmarcar como un notario cualquiera.
La esencia, la armonía y la funcionalidad casi siempre están reñidas con las tendenciosas tendencias.
En realidad, este mundo, como otros tantos, es para elegidos, elegidos por el destino más que por la formación. La vida es bella, los oportunistas no pasarán a la historia, y como dijo el torero de los años
veinte Juan Belmonte “se torea como se es”, por lo tanto, nuestra creación es nuestro espejo.
Ojalá este escrito sirva para ahuyentar a los frivolones que escogen esta profesión por no llegar a la nota de selectividad que exige una carrera superior, y por creerse que esto es una profesión fácil.
De hecho, en ocasiones me da pudor decir a qué me dedico, y pienso, ¿acaso existe una ONG de interioristas sin fronteras?
Seamos serios, visitemos, si tenemos ocasión, alguna choza africana, resultará de lo más minimalista, pero no precisamente por tendencia.
FERNANDO SALAS
Interiorista

1 comentario:

sison dijo...

Fernando,la vida es bella pese a que muchos oportunistas "si" pasan a la historia. Pero mientras queden profesionales que piensen que nuestra creación es nuestro espejo, merecera la pena seguir.
Defendiendo la seriedad y responsabilidad de esta profesión.