miércoles, 9 de enero de 2008

BAJEMOS A DISEÑAR

En una charla en l’Escola de Disseny de Vic, observé la inquietud de los estudiantes de tercer curso sobre sus posibilidades de abrirse camino en este mundo del diseño. Cómo llegar a desarrollar su profesión les parecía complicado y estaban convencidos de que no había trabajo para todos. El arte del diseño es para unos pocos y llegar a ocupar un escaño es, por supuesto, difícil.
Estuvimos analizando si era cierto que no había suficiente trabajo. Es evidente que los primeros puestos, en cualquier disciplina, pertenecen sólo a unos cuantos pero ¡cuántas cosas hay para diseñar antes de llegar al reconocimiento estelar en nuestra profesión! Intenté hacerles ver que hay mucho trabajo por hacer. Que a nuestro alrededor hay multitud de objetos diseñables. Falta hace, por otra parte, que otros sectores comprendan también la necesidad del diseño en sus empresas y objetivos, porque ellos van a ser los clientes de estos muchachos.
El diseño es preciso en muchos ámbitos culturales, y aún más si nos referimos a él como una actuación elemental en cualquier ejercicio de expresión gráfica, organizativa, formal o cultural. Huyamos por un momento del diseño que nos asusta, de aquel que es sólo para unos cuantos, que es en el que menos creo, y acerquémonos a uno más humilde, más real y comprendido por todos, en el que sin excusas observemos la aplicación clara de todos los criterios de sostenibilidad y la aplicación del proceso metodológico que nos habían enseñado en la escuela.
Este diseño más elemental pasaría, en principio, por aplicar la lógica y el sentido común; vestirlo ya requiere algunos conocimientos mas. Consiste, por lo tanto, en establecer un objetivo, elaborar un plan, cuantificar costes y valorar sus consecuencias.
Y no estoy hablando de un diseño cobarde y sin riesgos, sino todo lo contrario: un diseño valiente pero riguroso en cuanto acoja sinceramente todo aquello que lo hace necesario. Cuando veo lo alejadas que están algunas empresas y entidades de este diseño, pienso que a lo mejor esta generación aún no es la que va a dar trabajo a nuestros estudiantes, ya que carece de método, rigor y responsabilidad.

Cuando el Ayuntamiento de Barcelona notificó que estaba elaborando un proyecto para establecer un nuevo sistema de tasas de aparcamiento y aliviar a los residentes de la zona respecto a los visitantes, tuve la sensación de que esta vez estaba sintonizando con mis deseos. Días después aparecen en las calles unos elementos a modo de individuo cabezudo con boina, varios ojos de distintos colores y un pico a la altura de la ingle. Un dispensador del que la única manera de arrebatarle el tique es con las uñas. Tuve un desengaño, una nueva oportunidad perdida de diseñar un objeto decente que pudiera sustituir a su antecesor.
Pensé, además, que si el rigor con el que se había diseñado el dispensador de tiques era el mismo que con el que se había elaborado el proyecto de las Áreas Verdes de aparcamiento, éste no iba a ser un proyecto bien resuelto. Efectivamente. En algunos barrios son escasas y con usuarios inamovibles, mientras que en otros son excesivas y por la noche están vacías.

Algunas administraciones adoptan la normativa que establece la obligación de colocar placas solares en las cubiertas de los edificios nuevos, lo que también podía haber sido un buen plan: si éstas ayudan a paliar el despilfarro de energía… Ahora bien, si luego eliminamos los lavaderos y los tendederos de dichos edificios, ¿en qué nos ayudan las placas solares? A ver si estaremos colocando unas placas, en lugar del tendedero, que alimentarán poco más que la secadora de ropa que vamos a colocar en su lugar.

Creo superado el término “de diseño“ para definir a todo aquello que nos sorprende formalmente pero que carece de contenido. O incluso aquello que aún teniendo contenido, no llegamos a comprender. Pero algún término tenemos que hallar para calificar aquel plan, proyecto u objeto que nos engaña o no haya conseguido resolver bien sus objetivos.

Montse Padrós. Diseñadora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Diseño, se vive de manera frivola en este pais.En el fondo no tenemos cultura del diseño, somos consumistas del topico, de las marcas, pero no de diseño ni de diseñadores.
Lo más hermoso de tener una pieza de Charles Eames en casa es saber como cambio el mundo del mobiliario con su trabajo, y no creer que tienes una silla de diseño que sale en todas las revistas y esta de moda.
Si no generamos cultura de diseño, en paralelo a la cultura del consumo, seremos solo eso consumistas.Y ademas nunca conseguiremos que las personas que toman las decisiones importantes, crean en el diseño, como algo cultural y no algo "de moda".